lunes, 25 de noviembre de 2019

La Puerta de la Poesía: "Poema a una madre triste", de Granada no se calla, Rosa Berbel,


Poema a una madre triste

Te observo distraída en la cocina
mientras tiendes la ropa
admiro el movimiento de tus manos
el tacto de tus manos castigadas
sobre la ropa húmeda

desde que estamos juntas
las dos solas
nuestra rutina es lenta
y excitante
de palabras sencillas
para nombrar las cosas más extrañas
me gusta cuando estamos en silencio
y no se escucha nada
en absoluto
porque el ruido parece
haber sido conquista de los hombres

me preguntas qué tal en el colegio
respondo como siempre
peor que siempre
todavía me duermo algunos ratos
en algunas materias
delante de los niños
que se ríen de mí porque la risa
parece ser también conquista
de los hombres
bostezo y me preguntan
queriendo incomodarme
si duermo por las noches
respondo como siempre
peor que siempre

me gusta cuando vuelvo del colegio
y me esperas de pie junto a la puerta
con los ojos cansados
y la mirada firme
me gusta imaginar que no me he ido
que vigilo en silencio tus costumbres
que permanezco en casa todo el día
que te abrazo en silencio
durante todo el día
librándote del golpe
del real y del recuerdo
del que fue y del que es
incluso en el presente
aunque aquí solo estemos nosotras
y la vida

me gustan tus historias
la forma en la que omites las historias
dolorosas y tristes
aunque estemos seguras
de poder recordarlas para siempre
te digo que no quiero hablar de esto
que está por todas partes
en la forma en que estamos sentadas
en la cama
en la textura suave del almuerzo
en este amor-amor de pies descalzos

nos abrazamos fuerte por las noches
me gusta que me abraces
sentir entre tus brazos
una tregua
estar a la intemperie conmigo
y con el mundo

para no acabar más
pidiéndonos perdón por cosas
que no hacemos.

Rosa Berbel, Granada no se calla, Esdrújula, 2018.

lunes, 18 de noviembre de 2019

LA PUERTA DE LA POESÍA: "Casa de Misericordia", de Joan Margarit




CASA DE MISERICORDIA

El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre: la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar a mis hijos
en esta Casa de Misericordia.

El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos eran duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Como la poesía:
por más bello que sea, un buen poema
ha de ser siempre cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.

Joan Margarit, Casa de Misericordia, Visor, 2015 (La primera edición fue publicada en Edicions Proa, Barcelona, 2006).

domingo, 10 de noviembre de 2019

La Puerta de la Poesía: "La fábula del escorpión y la rana"


 La fábula del escorpión y la rana
 

Había una vez una  rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:

—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…

—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.

—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?

Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:

—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.

Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:

—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.

El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:

—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.

Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:

—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. Soy un escorpión. Es mi naturaleza.

Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.

martes, 5 de noviembre de 2019

La Puerta de la Poesía: "La lluvia", de Jorge Luis Borges.

 



  LA LLUVIA


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.



            Jorge Luis Borges, El hacedor (1960)