ALGÚN DÍA ENCONTRARÁS
TU LIBRO
“A mí es que no me
gusta leer”. Es una afirmación muy recurrente, sobre todo entre
los jóvenes. Pero luego les preguntas, “ ¿y Los juegos del
hambre?”, o ¿no te gustó
Bajo la misma estrella?”Y
te dicen, “ah, sí, eso sí, esos libros sí”. Así que, si te
ves reconocido en esta estampa, entonces, perdona que te diga, te
gusta leer. Pero no lo sabes.
Lo
que ocurre es que eso de que a uno le guste leer se toma de un modo
muy genérico. Parece significar que nos tiene que gustar leer
siempre y todo.
Y no es así. Pasa como con la música. No nos gusta siempre, y no
nos gusta toda. De hecho, considerándonos genéricamente melómanos,
algunas canciones no las soportamos. O las odiamos. O antes nos
gustaban y ahora no. O al revés. O llevamos un tiempo que no nos
ponemos música, porque no nos apetece escuchar. Pero no conozco a
nadie que bajo esa premisa me diga “no, a mí es que la música no
me gusta”. Todos tenemos una canción que considermos nuestra, que
parece hablar de nosotros mismos. Al igual que todos tenemos un libro
entre cuyas páginas hallamos respuestas a las preguntas de nuestra
propia vida, un libro que pulsa nuestra más profunda cuerda
interior. Solo lo hemos de encontrar.
Entre
la manera en que accedemos a la literatura y a la música, solo hay
quizá una diferencia: nos tropezamos con la música de un modo
natural: en un anuncio, en un coche que pasa por allí con las
ventanillas bajadas, en la casa de tu amiga que se ha puesto su
grupo, y lo oyes y te gusta, y notas cómo van tus pies al mismo
ritmo de esas notas que suenan. Las canciones te las topas. Y son, si
te gustan, tuyas automáticamente. Sin embargo... ¿qué hay de ese
poema? ¿Dónde te encontraste con ese personaje que vive cosas tan
parecidas a las tuyas, que sufre igual que tú, que busca las mismas
respuestas que tú buscas...? ¿En qué tienda te cruzaste con un
verso? ¿En qué cafetería escuchaste ese poema que recoge con
certeza el grado de tu amor, o el de tu desesperación? La literatura
es ese amigo que siempre encuentra la palabra justa para ti, pero que
además tiene otra virtud: solo te la ofrece si tú le preguntas. Así
pues, imagina cuántas respuestas puedes hallar cuando tomas un libro
entre tus manos. Imagina de qué modo un libro te interroga, de qué
modo podrás leerte a ti mismo en esas páginas. Y aún mejor:
imagina a la vez qué mundos tan dististos al tuyo propio puedes
disfrutar. Leer tu propia vida y multiplicarla. Un camino de miles de
kilómetros para el que basta con desplazar tus ojos por encima de
unas líneas. ¿Te lo vas a perder?
No hay comentarios:
Publicar un comentario