He decidido hacer
una revolución:
la de llevar un hijo dentro
y escuchar nunca
lo imaginé de ti.
Anoche tropecé
con el bordillo de una acera.
Había más gente,
pero nadie se percató
cuando caí, me levanté
y mi hijo no supo responderme
si sentía dolor.
Después me pareció anacrónico
decir malditas aceras mal iluminadas.
Hoy he salido al campo
con mi perro y mi hijo dentro
y he escuchado a dónde vas
sola.
Nieves Chillón
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