CARMEN
MARTÍN GAITE

BIOGRAFÍA
Carmen
Martín Gaite nació el 8 de diciembre de 1925 en Salamanca. No
fue a la escuela por decisión de sus padres que decidieron educarla
en casa. Poco antes de la guerra su hermana fue a estudiar al
Instituto Escuela de Madrid, pero Carmen tuvo que quedarse a causa de
la guerra en Salamanca. Su tío materno fue fusilado durante la
guerra. Carmen finalmente cursó bachillerato en el Instituto
femenino de y posteriormente Filología Románica en la Universidad
de Salamanca. En la universidad colaboró en la revista “Trabajos y
días”, donde aparecieron sus primeros poemas, e hizo teatro
universitario.
Su primera salida al extranjero fue en 1946. Partió con una beca a la Universidad de Coimbra y también visitó Oporto y Lisboa.
En 1950 se trasladó a vivir a Madrid, donde se doctoró. Se casó con el escritor Rafael Sánchez Ferlosio en 1954, con quien tuvo su primer hijo, Miguel, que murió de meningitis en mayo del año siguiente y otra hija, Marta, nacida en 1956 y que murió en 1984.
En 1955 obtuvo el premio Café Gijón por su novela El balneario pero sería tres años más tarde cuando la concesión del Premio Nadal por Entre visillos la consolidó como una de las escritoras más importantes de su generación.
En 1979 viaja por primera vez a Nueva York. A Estados Unidos volvería en viajes sucesivos para dar conferencias e impartir clases.
Escribió novelas, cuentos, poesía y teatro. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16.
Cultivó también la crítica literaria y la traducción, colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie infantil basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952). Durante diez años abandonó la creación literaria y dedicó su labor de escritura a textos de corte histórico (Usos amorosos durante el siglo XVIII).
Publicó dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998.
En 2000 se le diagnosticó el cáncer que acabó con su vida el 23 de julio.
Su primera salida al extranjero fue en 1946. Partió con una beca a la Universidad de Coimbra y también visitó Oporto y Lisboa.
En 1950 se trasladó a vivir a Madrid, donde se doctoró. Se casó con el escritor Rafael Sánchez Ferlosio en 1954, con quien tuvo su primer hijo, Miguel, que murió de meningitis en mayo del año siguiente y otra hija, Marta, nacida en 1956 y que murió en 1984.
En 1955 obtuvo el premio Café Gijón por su novela El balneario pero sería tres años más tarde cuando la concesión del Premio Nadal por Entre visillos la consolidó como una de las escritoras más importantes de su generación.
En 1979 viaja por primera vez a Nueva York. A Estados Unidos volvería en viajes sucesivos para dar conferencias e impartir clases.
Escribió novelas, cuentos, poesía y teatro. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16.
Cultivó también la crítica literaria y la traducción, colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie infantil basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952). Durante diez años abandonó la creación literaria y dedicó su labor de escritura a textos de corte histórico (Usos amorosos durante el siglo XVIII).
Publicó dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998.
En 2000 se le diagnosticó el cáncer que acabó con su vida el 23 de julio.
UNA
PEQUEÑA MUESTRA DE SU OBRA:
Con
los maquis arriba en el cerro. Un cuento dentro de una novela
Retahílas
de Carmen Martín Gaite
(*)
Me
acuerdo que en la guerra fui con ella a escondidas, varias tardes, a
llevarles comida a unos rojos del pueblo que andaban escondidos por
política, los maquis los llamaban, y yo no lo entendía porque eran
el Basilio y el Gaspar, amigos de la infancia de mi madre; se los
encontró un día ella por lo intrincado estando de paseo, ya cerca
de las ruinas, salieron de repente, se hincaron de rodillas: “Ay,
Teresa, por Dios, no digas a nadie de que estamos aquí, pero sube
otro día y tráenos de comer, nos morimos de hambre”. Y a nadie se
lo dijo, sólo a mí, ni la familia de ellos, ni nadie lo sabía en
qué lugar paraban, pero a mí me lo dijo, me dijo “es un secreto”
y sabía seguro que yo se lo guardaba.
“A
la niña la traigo para no venir sola, pero ella es como yo”, les
explicó la primera tarde que fuimos, y a mí me había advertido por
el monte arriba que tenían barba de mucho tiempo y la ropa rota y
que por eso les llevábamos las mudas además de comida, que vivían
en el hueco de una peña con bichos y que casi no los iba a conocer,
que no tuviera miedo, pero sí, miedo iba a tener yo, una novela es
lo que me parecía tener aquel secreto a medias con mamá y
escaparnos las dos al monte en plena tarde y coger cosas de la
despensa a espaldas de la abuela; llegábamos arriba con nuestros
paquetes, merendábamos con los hombres aquellos del monte, nos
preguntaban un poco por mi padre y el tuyo que estaban en Barcelona,
o creíamos eso por lo menos: ¿Sabes algo del marido y del niño?, y
no, no sabíamos nada, pero me parece que lo preguntaban un poco por
cumplir, que mi padre aquí en este pueblo nunca fue simpático a
nadie, le llamaban el profesor; suspiraban: “Es que esto es una
catástrofe, Teresa, una catástrofe”, y ella les daba noticia que
yo no entendía de la marcha de la guerra, incluso alguna vez les
subió periódicos, y cuando nos íbamos, nos besaban mucho y solían
llorar; ni siquiera en el cine había visto llorar yo a hombres así
con barba, tan hechos y derechos y soñaba con ellos, inventaba
oraciones en la cama para que se salvaran, uno no se salvó, le
pillaron de noche aquel invierno unos guardias civiles, merodeando el
pueblo y se murió del tiro, ahí bajando a la fuente; Gaspar escapó
a Francia me parece, y pasada la guerra su mujer nos mandaba
aguardiente de yerbas por la Virgen de Agosto; la primera borrachera
que me cogí en la vida fue con ese aguardiente la noche de Santiago,
en una fiesta que hubo aquí en casa, fue también la primera vez que
me besó un chico, el Genín, un sobrino del maestro, abajo en el
parque, luego me daba siempre mucha vergüenza verle y el sabor del
aguardiente de yerbas lo aborrecí para toda la vida.
TEXTO
INCLUIDO EN Retahílas,
de Carmen Martín Gaite. Ediciones Destino. Colección Destinolibro.
Volumen 62. Páginas 25 y 26. Barcelona 1981
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